Megalomanías

Megalomanías

Jamás se vio en la historia democrática de nuestra Ciudad un cartel tan grande para dar a conocer el rostro de una persona. Mientras un Manolo Martínez ideaba la genialidad del buque insignia “Juan Sebastián ElCano”, plasmando esa “Nao Carmo” con sus tres candidatos buscando conjuntamente nuevos mundos, uno de los navegantes no ha podido resistir la tentación de esa enfermedad llamada megalomanía.

El cartel, de por sí, llama la atención por el inmenso rostro que emerge de la Ciudad de Carmona. Primera megalomanía: la Ciudad queda empequeñecida. Apenas una línea en el horizonte, de casitas blancas y unas torres diminutas, en comparación con la imagen superlativa de un yo ansioso de protagonismo. Es preocupante esa superposición de una cara tan grande dejando a una Ciudad tan disminuida en su identidad.

Segunda megalomanía: El texto del slogan: “A Juan SÍ le importa Carmona”. Supone, en primer lugar, una contradicción mayúscula que le importe tanto una Ciudad a la que deja gráficamente en un segundo plano, mermada y casi desaparecida, en beneficio del ego del candidato. Pero lo más grave es que la frase aparece realmente como un insulto a toda la Ciudad, mejor dicho, un insulto a toda la Ciudad menos a él. Pues si a él SÍ le importa Carmona, es porque a los demás no les importa; si Juan pensara que a los demás sí les importa Carmona como a él, no habría puesto ese texto en el cielo. Sin embargo, resulta cuando menos ofensivo que alguien tenga ese inmenso rostro atribuyéndose en exclusiva el interés por Carmona; alguien preguntaría de inmediato “¿y a mí no me importa Carmona?” Desde el cartel vendría la respuesta “A usted NO le importa Carmona, a Juan SÍ le importa Carmona”.

Pero hay más mensajes en el cartel. Observen bien, en esa Carmona empequeñecida aparecen casas. Casas, pisos, edificaciones... No aparecen personas. ¿Es eso lo que le importa a Juan Avila?. ¿Es eso lo que otea desde la proa de la Nao Carmo?. En lo próximos carteles, su vanidad le obligará a poner personas, a ser posible mirándole mientras su “voz rumorosa” circula por los barrios, donde por cierto, también hay buenas casas.

La megalomanía necesita empequeñecer a los demás. Así como la Ciudad de Carmona queda tan reducida en ese cartel, igualmente ciertas personas, las que más le preocupan al candidato del cartel del gran rostro, también son objeto de tal desprecio. Hay que tener muy poca vergüenza, mucha ignorancia, o ser un gran embustero para difundir en la publicidad que (cito textualmente) “tenemos un alcalde que plantea temas esenciales para el desarrollo de una ciudad justo cuando la legislatura se agota...”, en referencia a la iniciativa del gobierno municipal con respecto a la autovía Alcalá de Guadaira-Carmona, que, en esta fase, sólo llega hasta el Viso del Alcor. Sabiendo como sabe, y debe saber, que ya en Agosto del año 2000 (hace más de seis años) el gobierno del Ayuntamiento presentó sus alegaciones con respecto a esta carretera. Y, en los dos últimos años han sido reiteradas las peticiones que todos los grupos municipales han hecho al respecto... Pero esas carreteras NO le importan, ¿o SÍ le importan?...

La megalomanía sólo denota una debilidad propia que se proyecta en grandezas desde complejos de inferioridad, del “quiero y no puedo”. Y en esa publicidad del PP, la voz rumorosa deja escapar un lapsus, igual que la pérdida de aceite de un motor, cuando dice (textualmente y en subtítulos): “Sepan ustedes que gracias al alcalde la Junta nos tiene abandonados”. Es penoso. De un lado, olvidar lo que gracias a todos los carmonenses, estando este alcalde, ha hecho el Ayuntamiento de Carmona, con parte de colaboración de la Junta –IES Losada, Centro de Salud nuevo, piscina climatizada, viviendas..-. Y más penoso, por patético, que de boca del PP se haga un discurso tan suicida; pues, si “con este alcalde la junta nos tiene abandonados”, ya pueden imaginarse ustedes el cariño con el que la Junta trataría a un alcalde del PP.

Y es que esa megalomanía traiciona tarde o temprano. El cartel, de dudosa legalidad por cierto, ubicado y expuesto al parecer sin licencia como a los demás se les exige, habla a quienes pasan por la carretera y no les dice nada... Pero el cartel lo dice todo.

El frío

El frío

En el invierno, la esperanza tiene nombre de sol por las mañanas. Y por las tardes se llama mesa camilla. En el horizonte, la nieve nos saluda y propicia una bocanada de vapor de nuestros cuerpos; es el diálogo del tiempo interior con el vacío. Con los hombros encogidos, como queriendo proteger las orejas, caminamos deprisa y las esquinas son unas veces salvavidas del viento helado y otras puertas para la gélida bofetada. El frío consigue que encontremos nuestros huesos y también que aparezcan cosas insospechadas en los bolsillos. No vale sacar pecho cuando la prioridad es abrigar las entrañas.

El frío cierra las puertas de las casas porque nadie quiere que se escape el calor de los cuerpos ni que entre el anonimato de la calle. El frío cierra el alma y le obliga a mirarse por dentro, entre las mantas de la propia piel, para cerciorarse de la cálida vida que aún conserva. Los abrazos desnudos son la defensa compartida y la posición fetal es la postura individual de quien desea encontrar el sueño entre las montañas. Cuando el viento se suma, el frío azota cruelmente los rostros y convierte las manos en témpanos insensibles; si es la lluvia, pueden llorar desde el cielo los invisibles ángeles copos de nieve, que no son sino pequeños sorbetes helados que nos sirven de regalo las mismas nubes.

El invierno es la otra cara del infierno, que el fuego de uno compensa las acumuladas escarchas del otro; y si uno parece blanco y el otro rojo, en verdad ninguno tiene color verdadero, porque son los sentimientos quienes los tiñen según el caso. Así, un día, el invierno puede ser celeste, y la lluvia la sentimos como un buen obsequio de la naturaleza; pero otro día del mismo tiempo nos parece gris y triste y esos aguaceros los vemos como canallescos torrentes sin escrúpulos. De la misma manera, el calor tórrido y abrasador es la sugerencia pecaminosa del disfrute junto al mar, o, por el contrario, el castigo inmerecido del desierto de la vida. De hecho, todos sabemos que el frío en exceso quema.

El frío lleva de la mano una señora llamada soledad. La hemos visto muchas veces, aunque realmente es invisible. En los soportales de las avenidas sin nombre, entre cartones, la soledad esconde su rostro o lo disimula tras la mirada perdida de un transeúnte. En el colchón que jamás llega a calentarse, alguien da mil vueltas con el temor a caerse en el desvarío de una pesadilla y se agarra a los bordes de la cama; es también la soledad. Los escalofríos que recorren la espalda son pequeñas cosquillas que el ángel de la guarda hace al solitario personaje para recordarle que no está solo. La soledad tampoco tiene color, como el frío. Unas veces nos resulta de tonalidad pastel, difuminada y suave, porque deseamos un espacio personal para meditar; y otras nos parece geométrica y plúmbea, con bordes muy gruesos y rectos, y es porque nos sentimos prisioneros entre las murallas de la vida.

Cuando alguien muere, nadie se atreve a tocarlo. Junto al color cetrino y el gesto inmóvil, junto a la expresión de ausencia definitiva, algo más produce el espanto: el frío. El cadáver es frío, como muerte son las heladas para las plantas. Ahí aparece ese umbral que da vértigo y que, en la cumbre de un glaciar, nos da la inmensa paradoja de la imagen más bella junto al silencio mortal del hielo acumulado.

Por favor, frío, vete ya.

El "efecto Carmo"

El "efecto CARMO"

Esta semana se ha anunciado a bombo y platillo la inauguración de la espectacular escultura “Carmo”, realizada por el artista Eric Aman. El Ayuntamiento desea que se convierta en un símbolo de reconocimiento al legado cultural de nuestros antepasados y una señal de compromiso ciudadano para conservarlo y engrandecerlo en el futuro.

Ya la hemos visto colocada en la ronda de la calle Sevilla y envuelta en una tela verde, esperando que llegue el domingo día 1 de Diciembre para ser descubierta. Mientras, en esos días, parece que la ronda quedará finalmente terminada.

Entiendo que será un verdadero acontecimiento para Carmona, pues, a la vista está, en nuestra Ciudad las estatuas han brillado por su ausencia, a pesar de la importancia que la cultura romana tuvo aquí y del enorme legado que disfrutamos de aquella época. Con la “Carmo” se rompe una especie de maleficio que ha durado siglos y que ha tenido nuestras plazas y espacios públicos sin una expresión artística de relieve y trascendencia, acorde con la categoría de nuestro Municipio. Este será el primer “efecto”: Sorprenderá a los peatones y conductores que transiten por los cuatro caminos que confluyen en la ronda de la calle Sevilla…, sorprenderá por su magnitud, por su belleza, por su gesto, pero, sobre todo, por la presencia pública del mármol de Carrara hecho obra de arte en homenaje a los propios carmonenses, que son los que han conservado el patrimonio monumental que hoy tenemos y tanto nos enorgullece; carmonenses a los que, hasta hoy, nadie les había manifestado ese reconocimiento y gratitud.

Pero no será ese el único “efecto” que la “Carmo” producirá entre nosotros. Roto el maleficio, aparecerán en el futuro más estatuas. De aquí a unos años, veremos en Carmona esculturas, bustos, figuras, relieves, frescos… Fechas simbólicas, hechos históricos o personajes entrañables para nosotros, vivos o muertos, serán objeto de homenajes y, una de las formas de manifestarles agradecimiento y correspondencia por su labor o de conmemorar esas efemérides, será colocar una estatua en el lugar más adecuado. Esto también puede derivar en un “culto a la personalidad” de connotaciones negativas, pues no olvidemos que siempre habrá quien sueñe con verse hecho en mármol o bronce para la posteridad y propicie indirectamente tal iniciativa. Por eso ha sido un acierto que la “Carmo” mida más de cinco metros, pues difícilmente nadie pretenderá o conseguirá una dimensión igual; lo que viene a significar sencillamente que la Ciudad, es decir “Carmo”, estará por encima de todos en peso y estatura, lo que, en principio, es la esencia de la democracia.

Quizás, entre esos efectos que producen las cosas que rompen con el pasado, haya quienes tengan la tentación destructiva o de agravio y desconsideración… es algo que preocupa a muchos y en eso hay que estar atentos, o lo que es lo mismo: el patrimonio lo tenemos que defender y conservar todos, no sólo la policía y la guardia civil; ahí surge la necesidad de la cultura y de la educación como los valores más importantes para la convivencia…

Y, finalmente, cuando algo inesperado llega y sorprende… Cuando la evidencia del arte crea consenso ciudadano y cuando el mármol no habla pero expresa una iniciativa, un concepto, un proyecto de Ciudad… Es posible que alguien sienta la tentación, no de tirar piedras ni de hacer pintadas contra la escultura, sino de escupir hacia arriba con la saliva de la envidia disfrazada de crítica… Entonces, bueno, si esto pasara, ya veríamos entonces dónde caería esa bilis arrojada, probablemente en el rostro de un busto que anda vivo buscando un homenaje que no encuentra….

El tráfico en Carmona

El tráfico en Carmona

Ha comenzado la nueva andadura del gobierno municipal recién estrenado y es de lógica pensar que, en estricta justicia y antes de exigir soluciones a los problemas que tenemos, hay que dar un tiempo para que los responsables de llevarlas a cabo piensen, estudien y consulten sobre el tema. Con esa intención, lo que este Observatorio pretende es ser una opinión más entre las que podrían tenerse en cuenta.

El tráfico en una ciudad tiene tres elementos básicos: los vehículos que circulan, los espacios por donde se transita o se aparca y los conductores. Una obviedad, claro, pero importante tenerla en cuenta para sistematizar los problemas existentes y las posibles soluciones.

Los vehículos registrados o en circulación en Carmona son cerca de diez mil, sin contar las motocicletas que serán cerca de cinco mil. Partiendo de este dato podemos ya tener claro que el volumen que ocupan en la ciudad excede con mucho la realidad de los espacios disponibles; es decir, sólo en el caso hipotético e imposible de que todos los vehículos circularan constantemente y sin parar podríamos entender que la circulación fuese fluida, siempre que los circuitos del recorrido no tuviesen interrupciones, lo que también sería absurdo. O sea, el problema del tráfico viene dado por la enorme cantidad de vehículos existentes; por eso, con la actual mentalidad del uso del coche, no hay ciudad ajena a los atascos y al infierno del tráfico. La solución a este problema es inviable, salvo que se pongan medidas seriamente restrictivas al uso del vehículo en determinadas zonas.

Las calles y aparcamientos existentes son los que conocemos. Una ciudad, en su casco histórico, diseñada y conformada por culturas de hace siglos, cuando no existían automóviles, no puede de ninguna manera soportar la ingente cantidad de vehículos que pasan por sus calles; en este ámbito habría que ser tremendamente claro y peatonalizar todo el centro histórico, dando paso solamente, y de forma restrictiva –es decir, sin permitir abusos- a los residentes y a los vehículos de servicios y provisión de mercancías para los comercios, éstos a horas muy definidas sin consentir desviaciones interesadas. De la misma manera, en cuanto a los aparcamientos en el centro histórico, deberían erradicarse los existentes junto a los monumentos emblemáticos, en la Plaza de San Fernando y otras calles adyacentes. Para ello hay que ofertar un aparcamiento cercano, en los aledaños del Arbollón, por ejemplo, donde vayan a parar todos los vehículos que lleguen de otras zonas y los propios residentes del casco histórico que no tengan cocheras o espacios propios; este es el coste que deben tener los residentes del centro histórico más hermoso de Andalucía.

El aparcamiento del Paseo del Estatuto ha sido un fracaso por la desidia generalizada que llega a preferir, de forma indignante, aparcar encima de las aceras o en la zona de estacionamiento del transporte público de viajeros, antes que gastarse medio euro y hacerlo en un espacio destinado a tal fin. Por ello, en estos espacios amplios no cabe otra solución que zona azul arriba para disuadir a los conductores de esas prácticas incívicas y facilidades máximas para aparcar en el subterráneo. Y multas sin miramientos. En el resto de la Ciudad debería tenerse en cuenta algunos puntos conflictivos, como el Paseo de San Antón y los aparcamientos indebidos en doble fila, que deben eliminarse poniendo este Paseo en una sola dirección para ensanchar sus acerados, porque está claro, que en esta lucha desigual entre el coche y el peatón, hay que dar siempre las facilidades a éste, para que camine tranquilamente y sin sobresaltos; es una cuestión de principio, concepto o criterio sobre el que debemos partir para aplicarlo de forma generalizada. O la calle Real, que debería peatonalizarse entera, o parcialmente hasta el bar Tota, y apostar por su salida y desarrollo comercial con todas las consecuencias, aprovechando su desembocadura en el Paseo con su aparcamiento. El eje comercial c/ Real - c/ San Pedro es una posibilidad muy factible y rentable si los comerciantes de la zona lo asumen con decisión. De la misma manera, es esencial mejorar o terminar las rondas de circunvalación para que el tráfico pesado y todo el afectado, pueda derivarse por ellas sin necesidad de que atraviese el casco urbano.

Y, finalmente, los conductores. Está estudiado que no son personas en sentido estricto. Un conductor es una persona vinculada a un vehículo; es un ser híbrido que se transforma, a veces en un energúmeno, en algo blindado con carrocería y dotado de claxon para molestar a toda la ciudad. Todo el que haga ruido, especialmente las motocicletas, debe ser retirado de la vía pública, con los medios legales posibles. Y todo el que, dejando de ser persona, se empecine en ocupar violentamente el espacio público, aparcando en lugares prohibidos, conduciendo temerariamente, impidiendo el paso de las personas… ha de encontrarse enfrente otro ser de similares características: la grúa. Y todo esto, claro está, con la actuación diligente y la presencia física y real, activa y profesional de los policías locales de Carmona que han de cumplir con su obligación.

El Viso ataca y el Caballo de Troya...

El Viso ataca y el Caballo de Troya come tranquilo

Cuentan que Troya fue una importante ciudad, rodeada por murallas de ladrillo, que poseía inmensas riquezas por su enclave estratégico que obligaba al peaje de quienes pasaban por sus aledaños en el Paso de los Estrechos. Los griegos, en su política expansionista, decidieron conquistarla y en una de las crónicas conocidas utilizaron aquel recurso del caballo de madera regalado, repleto de soldados, para, desde dentro, dar la batalla final contra la ciudad fortificada…

Nos viene a la memoria esta batalla porque, cuando surge el enemigo externo, olvidamos el interno y, así, de batalla en batalla, solemos labrar nuestro camino hasta la derrota final. Resulta que el Viso del Alcor pretende ahora cinco mil hectáreas del término de Carmona para satisfacer el propio. Y mira por donde esta “expansión” de ese municipio viene a ubicar sus preferencias hacia los enclaves estratégicos de Carmona, a las orillas de las autovías, por donde vienen a pagarse en estas coyunturas los peajes del desarrollo industrial e inmobiliario. Todos saben que este “órdago” carece de fundamento y será una guerra de papeles que la Junta de Andalucía reciclará en provecho de no sabemos quién.

Aunque la Junta parece que comenzó con mal paso, no hay que olvidar que en el lento caminar de su desgobierno utiliza una muleta peculiar, su socio el PA, que deja unas huellas de irregulares connotaciones en estos y otros procedimientos administrativos; al menos eso es lo que se ha dicho por ahí. No es de recibo que se abra una exposición pública sin que antes todas las partes en liza manifiesten sus argumentos; ni tampoco que se admitan a trámite “todas las iniciativas” sin previamente ponderar la validez de lo que se reclama, al menos con indicios reales. En definitiva, la Junta de Andalucía no ha actuado con criterios razonables y resulta extraño que todo este proceso de alegaciones tenga su curso precisamente en el mes de agosto, muy propicio para regates durante la siesta general. Así, sin quererlo o queriéndolo, quien está quedando fuera de juego es el PSOE local, que ya de por sí, cuando el pleno municipal de El Viso aprobó su expediente de ampliación, no tuvo otra idea mejor que decir que no se pronunciaba hasta que estudiasen los papeles del reclamo. Y ahora, a uña de caballo de papel, quiere recuperar su posición con carteles de partido, criticando a los demás precisamente de querer politizar este asunto, aunque ni el PP ni IU han sacado aún, no sabemos por qué, papel o panfleto alguno con sus siglas, prefiriendo actuar desde la institución y como gobierno municipal.

Pero, visto así, es decir, como asunto de papeles, hay que llevar el máximo posible y con la mejor presentación y rigor. Y, según las informaciones que se han dado, hasta ahora van unas tres mil firmas de carmonenses que han mostrado su rechazo a aquella pretensión… ¿pero no tiene Carmona casi veinte mil personas mayores de edad?. ¿No son noventa y seis las asociaciones registradas en Carmona, según aparece en su página de internet? ¿cómo es que son unas cuarenta las que se han pronunciado?. Habrá que ver si entre los ausentes están algunos que se llenan la boca con la palabra Carmona y, como el caballo de Troya, esas bocas son más bien respiraderos de los humos interiores que voluntades reales….

En la estrategia defensiva de su territorio, Carmona, además de papeles y firmas, debe considerar esos pequeños caballos de Troya que pululan en su territorio, ávidos de ganancias y plusvalías, que lo mismo venden o alquilan una vaguada como escombrera para sacar beneficios, que compran y revenden trozos del término con la expectativa del pelotazo próximo que el PGOU pueda brindarles…

Y, sobre todo, ya que hablamos alegórica y humorísticamente de una “invasión”, qué mejor que confiar a las fuerzas de seguridad del ayuntamiento la salvaguarda del término, aunque para caballo de Troya, con carrocería y depósito de gasolina, el vehículo del Ayuntamiento que estaba dentro de la Jefatura de la Policía Local, a buen recaudo y uso de sus agentes, y que una madrugada de hace unas semanas apareció con enormes abolladuras y cristales rotos, tras ser utilizado para el servicio de vigilancia pública, en el interior de ese edificio de la seguridad ciudadana, sin que se supiese nunca quiénes fueron los autores de tamaño despropósito y tropelía. Nadie puede extrañarse que se piense con enorme escepticismo a la hora de valorar la eficacia de aquellos que teniendo como misión velar por los demás resulta que no pudieron hacerlo por su propia seguridad, o al menos por la del recinto y los enseres donde ubican sus servicios, ni tan siquiera averiguar cómo pudo ocurrir ese “sabotaje”…

De todas maneras, siempre nos queda la esperanza, si estos papeles y expedientes resultasen fallidos, de confiar en la justicia, que tendrá la última palabra en el último papel, tan mojado como los demás, porque, hoy, el caballo de Troya no entiende de términos municipales.