Las teorías sobre la génesis del Carnaval son numerosas y con variados matices, pero quizás la que más consenso pueda alcanzar es aquella que nos habla de una expresión sociológica de fiesta popular y de crítica sarcástica, mordaz, musical o disfrazada, contra el poder establecido, de una manera genérica, y que centra sus manifestaciones en los días previos a la Cuaresma, por ser este periodo de riguroso y estricto cumplimiento de normas morales, entre las que cabe destacar la abstinencia de comer carne, “carnelevarium” (“quitar la carne”)…
Sirva este preámbulo para enfocar El Observatorio en estos días hermosos del Carnaval de Carmona y constatar las múltiples e ingeniosas contradicciones que nuestra Ciudad es capaz de mostrar en sus propias fiestas. Es de común acervo que la batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma es la base mórbida que explica la debilidad humana en sus dos dimensiones más explícitas: las miserias de la carne y el calvario de las culpas. Hablamos así de una liberación en unos días que sitúan sus fronteras respectivas en el tiempo, pero que operan sobre el mismo colectivo humano: los ciudadanos. La liberación en los días de Don Carnal nos permite aligerar las reservas de carne y vino de la despensa para el posterior ayuno, nos invita al cante y a la critica, al exceso y al baile, al desahogo y a la máscara; así quemamos los residuos mentales y físicos que las diferentes represiones han generado en nuestro ser… La liberación en los días de la Cuaresma, por el contrario, es el ejercicio de la meditación y de la abstinencia, del encuentro con la soledad y con nuestra propia conciencia, es el pulso contra las cifras del colesterol y la recapitulación ante nuestras desavenencias interiores… El resultado final de los dos procesos debe ser un equilibrio que nos sitúe en plena forma para afrontar… para afrontar la fiesta siguiente que es la Feria.
Pues bien, en esta batalla entre Doña Cuaresma y Don Carnal, ganadora siempre ella, parece que los papeles repartidos en la sociedad han de quedar diferenciados de manera clara para evitar la confusión. Y así, no es de extrañar las numerosas críticas que los abanderados de la Semana Santa realizan hacia las fiestas del Carnaval, agravios en subvenciones recibidas, o la contestación que desde el ángulo de las carnestolendas se hace a los llamados capillitas que con vara en mano lucen sus trajes azul marino. Sin embargo, Carmona, Ciudad integradora de civilizaciones y culturas, tenía que enseñar lo jamás visto ni soñado: la síntesis de ambas esferas de esta guerra de gestos. A más Carnaval, menos Semana Santa; Cádiz. A más Semana Santa, menos Carnaval; Sevilla… Carmona, miren y comprueben, un abrazo furtivo pero real entre Don Carnal y Doña Cuaresma, un encuentro fugaz de amor, aunque sea alrededor de unos montaditos y unas cervezas… Carmona, Carnaval y Semana Santa.
Miembros de la Antigua Real e Ilustre Hermandad de las Benditas Animas y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia y María Santísima de los Dolores, han estado sirviendo todo el avituallamiento dentro del Teatro Cerezo durante el Concurso del Carnaval. Voluntarios de la Real e Ilustre Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Coronación de Espinas María Santísima de la Esperanza y San Juan Evangelista, ha situado algunos de sus cofrades en la carpa del paseo del estatuto para atender a las comparsas y chirigotas en sus menesteres del tapeo y de las copitas propias de estos días. Hermanos y amigos de la Ilustre Hermandad de Nuestro Padre Jesús en la Columna y María Santísima de la Paciencia tuvieron la encomienda de la Sardinada que abría paso a las fiestas del Carnaval… Todos en interés mutuo y buena cooperación, oyendo el clamor de la final cuando los Siesos premiaban como el mayor de Carmona al cura de Santa María y un antiguo y brillante pregonero de la Semana Santa barría los pasillos de butacas del Teatro Cerezo. Todos mostrando esa posibilidad real de paz que la tolerancia es capaz de ofrecer, incluso en plenas batallas, y que en estos días de amenazas bélicas puede ser ejemplo para el pensamiento pacifista y para la cooperación cultural entre los pueblos.
Porque, sinceramente, ¿no creen ustedes que esta batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma nunca terminó con vencedores ni vencidos? Pues, si no, ¿por qué hemos de repetirla cada año? ¿No es más bien que nosotros mismos hemos de confrontar nuestras propias debilidades para ejercitarnos y aprender a luchar y a superar cada día de nuestra vida?. Ahora comienzo a comprender por qué Martín Recio ha sido capaz de fichar para su posible candidatura al pregonero del Carnaval, Antonio Serrano, y también cuenta con el apoyo y la amistad del pregonero de la Semana Santa, Antonio Montero. Una vela a dios y otra al diablo. Si no se presenta ahora, ¿cuándo va a estar en mejores condiciones?
Sirva este preámbulo para enfocar El Observatorio en estos días hermosos del Carnaval de Carmona y constatar las múltiples e ingeniosas contradicciones que nuestra Ciudad es capaz de mostrar en sus propias fiestas. Es de común acervo que la batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma es la base mórbida que explica la debilidad humana en sus dos dimensiones más explícitas: las miserias de la carne y el calvario de las culpas. Hablamos así de una liberación en unos días que sitúan sus fronteras respectivas en el tiempo, pero que operan sobre el mismo colectivo humano: los ciudadanos. La liberación en los días de Don Carnal nos permite aligerar las reservas de carne y vino de la despensa para el posterior ayuno, nos invita al cante y a la critica, al exceso y al baile, al desahogo y a la máscara; así quemamos los residuos mentales y físicos que las diferentes represiones han generado en nuestro ser… La liberación en los días de la Cuaresma, por el contrario, es el ejercicio de la meditación y de la abstinencia, del encuentro con la soledad y con nuestra propia conciencia, es el pulso contra las cifras del colesterol y la recapitulación ante nuestras desavenencias interiores… El resultado final de los dos procesos debe ser un equilibrio que nos sitúe en plena forma para afrontar… para afrontar la fiesta siguiente que es la Feria.
Pues bien, en esta batalla entre Doña Cuaresma y Don Carnal, ganadora siempre ella, parece que los papeles repartidos en la sociedad han de quedar diferenciados de manera clara para evitar la confusión. Y así, no es de extrañar las numerosas críticas que los abanderados de la Semana Santa realizan hacia las fiestas del Carnaval, agravios en subvenciones recibidas, o la contestación que desde el ángulo de las carnestolendas se hace a los llamados capillitas que con vara en mano lucen sus trajes azul marino. Sin embargo, Carmona, Ciudad integradora de civilizaciones y culturas, tenía que enseñar lo jamás visto ni soñado: la síntesis de ambas esferas de esta guerra de gestos. A más Carnaval, menos Semana Santa; Cádiz. A más Semana Santa, menos Carnaval; Sevilla… Carmona, miren y comprueben, un abrazo furtivo pero real entre Don Carnal y Doña Cuaresma, un encuentro fugaz de amor, aunque sea alrededor de unos montaditos y unas cervezas… Carmona, Carnaval y Semana Santa.
Miembros de la Antigua Real e Ilustre Hermandad de las Benditas Animas y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia y María Santísima de los Dolores, han estado sirviendo todo el avituallamiento dentro del Teatro Cerezo durante el Concurso del Carnaval. Voluntarios de la Real e Ilustre Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Coronación de Espinas María Santísima de la Esperanza y San Juan Evangelista, ha situado algunos de sus cofrades en la carpa del paseo del estatuto para atender a las comparsas y chirigotas en sus menesteres del tapeo y de las copitas propias de estos días. Hermanos y amigos de la Ilustre Hermandad de Nuestro Padre Jesús en la Columna y María Santísima de la Paciencia tuvieron la encomienda de la Sardinada que abría paso a las fiestas del Carnaval… Todos en interés mutuo y buena cooperación, oyendo el clamor de la final cuando los Siesos premiaban como el mayor de Carmona al cura de Santa María y un antiguo y brillante pregonero de la Semana Santa barría los pasillos de butacas del Teatro Cerezo. Todos mostrando esa posibilidad real de paz que la tolerancia es capaz de ofrecer, incluso en plenas batallas, y que en estos días de amenazas bélicas puede ser ejemplo para el pensamiento pacifista y para la cooperación cultural entre los pueblos.
Porque, sinceramente, ¿no creen ustedes que esta batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma nunca terminó con vencedores ni vencidos? Pues, si no, ¿por qué hemos de repetirla cada año? ¿No es más bien que nosotros mismos hemos de confrontar nuestras propias debilidades para ejercitarnos y aprender a luchar y a superar cada día de nuestra vida?. Ahora comienzo a comprender por qué Martín Recio ha sido capaz de fichar para su posible candidatura al pregonero del Carnaval, Antonio Serrano, y también cuenta con el apoyo y la amistad del pregonero de la Semana Santa, Antonio Montero. Una vela a dios y otra al diablo. Si no se presenta ahora, ¿cuándo va a estar en mejores condiciones?
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