Juan Sebastián ElCano


Juan Sebastián ElCano

La Ciudad de los descubrimientos... Ya tenemos la marca de la campaña electoral para las próximas municipales. El ingenio popular ha querido así, remontándose casi quinientos años atrás, darle a Carmona esa impronta de nave que a lo lejos se divisa y cuya proa es el Parador... Una Nao Victoria, encallada en las aguas que conforman la misma Vega, dispuesta a dar la vuelta al mundo, como aquella aventura iniciada en Sevilla en 1519, con salida al mar y llegada a Sanlúcar de Barrameda en 1522, tras 78.000 kilómetros de viaje.

Qué imagen más alegórica... En ese orden espacial y de nombres, Juan, divisando desde la proa lo que más le importa, Sebastián remando en el corazón del buque de la aventura y el Cano, en la popa, viendo cómo el aire empuja las velas... Da igual el orden, ¿no?... Si hace falta combustible, asesoramiento técnico industrial o cuidados médicos para la tripulación, ahí tendríamos a todos o a cada uno de los tres comandantes comiciales. Bueno, el orden sí podría ser importante, pues, en el arte de la navegación, cada puesto tiene su singularidad y necesita una pericia especial... Y todos son imprescindibles.

Si así fuera Carmona una Nave presta a surcar los mares de su futuro, en un largo periplo histórico para volver a encontrarse a sí misma en el mismo Guadalquivir, esencia de Andalucía, nadie dudaría de la fortaleza de su estructura. Su quilla, forjada de la mejor madera de los tiempos, sería ese acervo cultural y patrimonial que tantas civilizaciones nos legaron. Y sus cuadernas, costillas del esqueleto de nuestra embarcación, serían esos valores y esas riquezas que la naturaleza cedió a nuestro término: su extensión, su campiña, sus terrazas, su alcor, su enclave geográfico... Una bodega cargada de experiencia milenaria y de memoria histórica; una cubierta receptiva y tolerante, donde los tripulantes y los pasajeros conviven un apacible viaje en el mar de las certezas y de las inquietudes...

La tripulación de esa Nao Victoria, que Juan Sebastián Elcano capitaneó en su trayecto final –no olvidemos a Magallanes-, hubo de ser heroica donde las haya. Aunque él recibiera del Rey Carlos I de España aquél meritorio escudo con la inscripción “Primus circumdedisti me” ("Fuiste el primero que me diste la vuelta"), es de sentido común que sus pilotos, marineros, cañoneros, cocineros y hasta el último grumete, hubieron de sudar con sangre el sacrificio de esa vuelta al mundo; tanto fue que sólo diecisiete llegaron con él hasta el final de la expedición. Esa tripulación de la nave, los equipos, los concejales, los técnicos, la ciudadanía en general, son realmente los que en una larga travesía marcan la solidez del proyecto... De eso aún no sabemos casi nada, pero ya tendremos toda la información...

El viento, como energía que alienta esas velas que son en realidad nuestras ilusiones, nos viene a rachas, sin grandes temporales, es cierto, a veces demasiado calmo, pero, en general, esta Nao Carmo tiene fuerza para avanzar hacia su horizonte sabiendo que llega cada día, que todo viene llegando... El cuaderno de Bitácora de la nave Carmo lleva escritos de incidencias y pesadumbres, pero también de muchos logros y éxitos...
Sólo queda algo... La mejor nave, la mejor tripulación, el mejor viento, no lo pueden garantizar. Podríamos gozar de la embarcación más poderosa y segura, de los marineros mejor preparados, de la intendencia mejor organizada, de las hélices más potentes.... pero, si el rumbo de la nave toma un destino equivocado... ¿Y eso quién lo puede saber? Eso es realmente el pueblo, el pueblo con mayúsculas, el que lo decidirá en su día.

La estrategia de la Ciudad, su horizonte como modelo de ciudad sostenible, con un desarrollo basado en la cultura y en las relaciones de tolerancia y libertad, su personalidad e identidad forjadas a lo largo de siglos, sus gentes con la sabiduría de los tiempos del campo y su distancia real con la aglomeración urbana llena de ladrillos y saturada... Su vocación propia, es realmente un sí mismo un rumbo. Juan Sebastián Elcano debe tener en cuenta ese rumbo y generar un consenso, a partir de lo ya logrado por el esfuerzo común realizado en los últimos años, para que esa Nao Victoria pueda llegar a encontrarse en su ámbito primigenio después de dar la vuelta al mundo. Seremos todos una tripulación satisfecha y lo celebraremos.






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