Olavide en Carmona

Olavide en Carmona

Habíamos dejado a Balboa, tras sus famosas andanadas contra la escultura y contra el PGOU, negándose al geriátrico de TerraMagna, iniciada su campaña como Rey en Guadajoz y, finalmente, elegido para candidato entre la polémica y la frustración de los llamados renovadores. Lo habíamos dejado con esos pelos, cuando, de pronto, inexplicablemente, sin decir por qué, ha cambiado su mensaje electoral y ha pasado de “Bueno para Carmona” a otro lema, precisamente el utilizado para su campaña interna por su contrincante Agustín Guisado, “Otra forma de ser, otra forma de hacer las cosas” … y aparece maquillado salvajemente con mantequilla más que con cremas en un cartel, en mangas de camisa, mostrando su brazo sin reloj, como quien ha perdido el norte y no sabe ni el día ni la hora… Los carmonenses se regocijan con el espectáculo.

Habíamos vislumbrado la cabeza de lista del PP, Mª José Rodríguez Gavira, mirando al cielo por no ver los cadáveres políticos del PP, aquellos tránsfugas de antaño, los sucesivos presidentes dimitidos y las gestoras desmanteladas, y en ese éxtasis de contemplación mortuorio-política, con la guerra al fondo como argumento insostenible, buscando sus acompañantes de lista, que la suerte les acompañe… Y los carmonenses sin mostrar interés en enterarse.

Habíamos contemplado al candidato del PA, acompañado de una pléyade de visueños, justo cuando ya hasta la Junta está descalificando la apropiación del término de Carmona que estos colinderos pretenden, explicar sus teorías políticas, pero sin mostrar sus prácticas urbanísticas ni sus pretensiones reales… Y los carmonenses indiferentes.

Y habíamos percibido esa aproximación al límite de los plazos con Sebastián deshojando una margarita que, a vista de todos, ya está más que deshojada, o sea, que tiene que presentarse por más vueltas que quiera darle al tema… y aún no sabemos sus compañías cuales serán, a ver si entre el zoo y los pregoneros del carnaval vamos a llevarnos alguna sorpresa más, a la vista del panorama tan aburrido que tenemos en la política local. Y los carmonenses animándole a caminar hacia el precipicio.

Y en esto llega Olavide a Carmona.

Olavide pasó seguramente muchas veces por aquí y no dejó huellas sustanciales de relevancia ni escritos o comentarios sobre esta Ciudad. Quizás pasó de largo y no quiso entrar en profundidades, o quizás sus misiones estaban más destinadas a sembrar futuros pueblos con asentamientos formados por propios y extraños que a meter las narices en ciudades consolidadas donde la Inquisición ya tenía el control de la población bastante desarrollado. Es posible que el entramado social y de poder existente fueran razones más que suficientes para que Olavide intuyese que era más práctico dedicar el tiempo a la colonización de la Sierra Morena que a observar el sin fin de batallas perdidas desde el promontorio del Picacho. Y que, por ello, delegara o confiara ciertas cuestiones relevantes en el carmonense, beneficiado de San Bartolomé, Cándido María Trigueros.
Olavide traía en cartera muchos proyectos que fueron germen de realidades actuales y que en aquellos tiempos seguramente fueron considerados tan irreales para algunos como provocadores para otros. Pero lo cierto y verdad es que fue “un hombre que intentó renovar su país de acuerdo con las nuevas ideas y a quien la Inquisición, símbolo de oscurantismo, condenó por ello”. Un hombre que “se rebeló contra las supersticiones, contra las manifestaciones irracionales del culto, contra la hipocresía de muchos creyentes, contra la corrupción e inmoralidad del clero, pero que albergaba en su alma sentimientos religiosos muy profundos” Llegó a decir: “aun cuando fuera posible demostrar que no existe ninguna religión revelada, sería menester respetar el Evangelio como el mejor libro que ha caído en las manos de los hombres.” Y escribió : “Yo, Señor, cantaré tus alabanzas,/Y te consagraré de cada día/ La primera hora, para dar las gracias/ A tus misericordias infinitas…” Y sin embargo, por leer a Voltaire, por mantener la capacidad crítica, por comprometerse con la realidad para transformarla, fue declarado hereje y condenado a confiscación de bienes, inhabilitación para el ejercicio de cargos públicos, destierro perpetuo de la Corte y ocho años de reclusión en un convento...
Hoy son otros tiempos… Pero persisten, de otra manera, otros poderes intocables, quizás más que la religión, el dinero, la inercia de las cosas, el clientelismo de los votos o las cadenas de televisión. Y quizás Olavide, en Carmona, traiga aquel vendaval de regeneración ilustrada que pasó por aquí sin pararse y que dejó nuestra Ciudad tan anclada en el pasado por tantos siglos… Me lo imagino hoy, en Casa Amparo, tomando el último ron de la noche, dialogando y haciendo propuestas para transformar Carmona; recitando aquel poema de Trigueros en los Menestrales: “No hay más noble que el que es buen ciudadano/ y el que más útil es, es el más noble…”. Espero que nuestra inquisición particular no lo vuelva a condenar, como a tantos otros.

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