El lobo estepario






















El Lobo Estepario

Unos fragmentos de la novela de Hermann Hesse:

“...Érase una vez un individuo, de nombre Harry, llamado el lobo estepario. Andaba en dos pies, llevaba vestidos y era un hombre, pero en el fondo era, en verdad, un lobo estepario. Había aprendido mucho de lo que las personas con buen entendimiento pueden aprender, y era un hombre bastante inteligente. Pero lo que no había aprendido era una cosa: a estar satisfecho de sí mismo y de su vida. Esto no pudo conseguirlo... El lobo estepario tenía, por consiguiente, dos naturalezas, una humana y otra lobuna; ése era su sino.... Algunos le querían como hombre distinguido, inteligente y original y se quedaban aterrados y defraudados cuando de pronto descubrían en él al lobo. Y esto era irremediable, pues Harry quería, como todo individuo, ser amado en su totalidad y no podía, por lo mismo, principalmente ante aquellos cuyo afecto le importaba mucho, esconder al lobo y repudiarlo. Pero también había otros que precisamente amaban en él al lobo, precisamente a lo espontáneo, salvaje, indómito y peligroso, y a éstos, a su vez, les producía luego extraordinaria decepción y pena que de pronto el fiero y perverso lobo fuera además un hombre, tuviera dentro de sí afanes de bondad y de dulzura y quisiera además escuchar a Mozart, leer versos y tener ideales de humanidad. ....Vetas grises adquiere mi rabo peludo; voy perdiendo la vista, me atacan las fiebres; hace tiempo que ya estoy sin hogar y viudo y que troto y que sueño con corzas y liebres... -Tú llevabas dentro de ti una imagen de la vida, estabas dispuesto a hechos, a sufrimientos y sacrificios, y entonces fuiste notando poco a poco que el mundo no exigía de ti hechos ningunos, ni sacrificios, ni nada de eso, que la vida no es una epopeya con figuras de héroes y cosas por el estilo, sino una buena habitación burguesa, en donde uno está perfectamente satisfecho con la comida y la bebida, con el café y la calceta, con el juego de tarot y la música de la radio. Y el que ama y lleva dentro de si lo otro, lo heroico y bello, la veneración de los grandes poetas o la veneración de los santos, ése es un necio y un quijote....”

Repasando estos fragmentos, a luz de todas las cosas que estos días acontecen en el mundo, (podríamos decir en el mundo interior de cada uno o en el mundo en el que vivimos todos, o también podríamos decir en el mundo en el que vivimos nosotros)... quedan en nuestra mente esas grandes contradicciones que hoy atraviesan la humanidad. Somos, efectivamente, un lobo estepario, solos en la inmensidad de una estepa llena de heladas, luchando cada día contra nosotros mismos... ¿No han sentido una cierta perplejidad y sensación de injusticia ante el poderoso vencedor, cuando ha juzgado y condenado a la horca al dictador Sadam?... ¿No han percibido que mientras media humanidad, mejor dicho, un ochenta por ciento de la humanidad, aúlla y protesta en el borde de un promontorio llamado derechos humanos, el otro veinte por ciento lo disfruta a su salud?... ¿Quién es el lobo realmente?

Pero no se trata de hablar de la humanidad en abstracto, como si esa inconmensurable cantidad de gente, precisamente por tal magnitud, nos resultara tan inabarcable como distante. Hablemos de lo más próximo... del prójimo... hablemos de los grandes beneficios de unos pocos a costa de la precariedad y de la inseguridad de la mayoría... hablemos de la enfermedad, del analfabetismo, del paro de esa gran mayoría, tan cercana que a veces llega en cayucos y nos asusta, y los consideramos como el problema número uno... ¡¡¡nuestro!!!, (cuando el problema quien lo tiene realmente son ellos, y por eso vienen....) Hablemos de esa intolerancia que anidamos y proyectamos y de ese conformismo que se hace cómplice pasivo de tantas injusticias.... Y, sobre todo, analicemos si realmente somos capaces de comprendernos en nuestra respectiva totalidad... para así asumir que realmente cada cual lleva dentro una humanidad personal diversa, a veces confrontada, en la que conviven los aspectos de mayor grandeza con los más miserables... y, en ocasiones, el lobo escondido no es precisamente la peor faceta... Decía el lobo estepario: “... Es algo hermoso esto de la autosatisfacción, la falta de preocupaciones, estos días llevaderos, a ras de tierra, en los que no se atreven a gritar ni el dolor ni el placer, donde todo no hace sino susurrar y andar de puntillas. Ahora bien, conmigo se da el caso, por desgracia, de que yo no soporto con facilidad precisamente esta semisatisfacción, que al poco tiempo me resulta intolerablemente odiosa y repugnante...”







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