Area de "oportunidad" para zona residencial de 1.000 viviendas entre la ronda Norte y la autovía, prevista en el POTAUS
El POTAUS llega a Carmona
A muchos lectores la palabra POTAUS les sonará a chino. Son las siglas del Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración Urbana de Sevilla. Es como un plan de ordenación de lo que hemos venido llamando en muchas ocasiones el área metropolitana de Sevilla, que comprendería el conjunto de municipios o ciudades que están en el entorno más próximo de la capital, incluida ésta.
A muchos lectores la palabra POTAUS les sonará a chino. Son las siglas del Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración Urbana de Sevilla. Es como un plan de ordenación de lo que hemos venido llamando en muchas ocasiones el área metropolitana de Sevilla, que comprendería el conjunto de municipios o ciudades que están en el entorno más próximo de la capital, incluida ésta.
Carmona, a lo largo de su Historia, ha mantenido unas relaciones ambivalentes con la capital; de un lado, esa cercanía ha permitido un buen acceso a bienes, servicios, empleo, etc. que la gran urbe ofrece; de otro, esos treinta kilómetros de camino, hasta hace una década, marcaban una distancia y, junto a esto, una forma distinta de entender la vida, basada en concepciones de agrociudad, ha configurado una identidad peculiar que basa su mejor rostro en un patrimonio histórico, artístico, urbanístico, monumental, muy bien conservado...
Pero la gran urbe ha sido, como el big-bang, un proceso de expansión interminable que progresivamente ha ido inundando toda el área limítrofe de sus modos de vida y desarrollo. Así, el Aljarafe se ha convertido en el ejemplo más evidente de cómo termina destruyéndose el paisaje y colapsándose las infraestructuras de comunicación. Consumido el “primer círculo” de municipios cercanos, esquilmados sus territorios y sus paisajes por la especulación urbanística, desfiguradas sus identidades de pueblos, ahora le toca el turno al “segundo círculo”, y ahí está Carmona.
Pero la gran urbe ha sido, como el big-bang, un proceso de expansión interminable que progresivamente ha ido inundando toda el área limítrofe de sus modos de vida y desarrollo. Así, el Aljarafe se ha convertido en el ejemplo más evidente de cómo termina destruyéndose el paisaje y colapsándose las infraestructuras de comunicación. Consumido el “primer círculo” de municipios cercanos, esquilmados sus territorios y sus paisajes por la especulación urbanística, desfiguradas sus identidades de pueblos, ahora le toca el turno al “segundo círculo”, y ahí está Carmona.
Los escándalos urbanísticos y los casos de corrupción dieron lugar a una doble intervención por parte de la Junta de Andalucía; una, aparentemente lógica, a través del POTA (Plan de Ordenación Territorial de Andalucía), consistente en establecer unas “limitaciones” al crecimiento urbano constructivo que era desmedido en multitud de PGOUs (Plan General de Ordenación Urbana) de municipios andaluces. Otra, consecuencia de la anterior, la tentación de saltarse la misma regla aprobada por ellos; aquello de "quien hace la ley hace la trampa".
Cuando las limitaciones del POTA han creado problemas en los municipios gobernados por el PSOE, caso de San José de la Rinconada, en los que el crecimiento urbanístico era exageradamente gigantesco –en algunos municipios incluso queriendo triplicarse la población, cosa inverosímil-, la Junta de Andalucía se sacó el conejo de la chistera urbanística, y autorizó esos excesos en base a un presunto interés supramunicipal; es decir, “ya que tantas viviendas es imposible que sean para los habitantes de este municipio, decimos que van a ser para los del área metropolitana”, y así fue como la “trampa”, mejor dicho el “subterfugio técnico”, se abrió paso. Y el exceso urbanístico tomó carta de legalidad. Pero, claro, “¿si aquél municipio puede, por qué nosotros no?”, fue la frase de distintos ayuntamientos, reclamando igual trato y así la posibilidad de continuar con los proyectos urbanísticos de crecimiento insostenible emprendidos. Entonces surgieron otros conceptos como “áreas de oportunidad”, es decir, proyectos industriales, residenciales y de todo tipo que podrían encontrar difícil encaje en un PGOU normal, ahora tenían la “oportunidad” de ser aprobados en corto plazo de tiempo y sin tantas dificultades técnicas como se les estaban poniendo antes... “oportunidades”, que suena a rebajas, a posibilidades sin esfuerzo, a ventajas...
Estas “áreas de oportunidades” salpican toda la provincia, y son consecuencia en gran medida de la presión urbanística que la Junta no ha sido capaz de resolver pues ha tenido, por incompetencia política y de gestión, paralizados muchos proyectos. Ahora aparecen estos proyectos como una “concesión” de la Junta, la misma que antes les puso tantas trabas administrativas.
Tendremos ocasión de hablar de las “áreas de oportunidad” concretas que Carmona va a decidir, pues su aprobación inicial es dentro de muy poco tiempo. Pero todas estas “oportunidades” que ahora surgen, en principio, queridos lectores, suscitan dos interrogantes: ¿Cómo es posible que un simple informe de carreteras, previo a la autorización del PGOU de Carmona, tardó tres años y tres meses en resolverse (uno de los motivos por los que el PGOU de Carmona estuvo “paralizado”), y la construcción de mil viviendas, de prisa y corriendo, pueden solventarse en un par de semanas? La pregunta surge desde el planteamiento mil veces repetido de la arbitrariedad e incompetencia de la Junta de Andalucía. La otra cuestión: ¿sobre qué modelo de ciudad se sustenta esas mil viviendas “concedidas” ahora sin tener en cuenta el PGOU?. Lo iremos viendo
Cuando las limitaciones del POTA han creado problemas en los municipios gobernados por el PSOE, caso de San José de la Rinconada, en los que el crecimiento urbanístico era exageradamente gigantesco –en algunos municipios incluso queriendo triplicarse la población, cosa inverosímil-, la Junta de Andalucía se sacó el conejo de la chistera urbanística, y autorizó esos excesos en base a un presunto interés supramunicipal; es decir, “ya que tantas viviendas es imposible que sean para los habitantes de este municipio, decimos que van a ser para los del área metropolitana”, y así fue como la “trampa”, mejor dicho el “subterfugio técnico”, se abrió paso. Y el exceso urbanístico tomó carta de legalidad. Pero, claro, “¿si aquél municipio puede, por qué nosotros no?”, fue la frase de distintos ayuntamientos, reclamando igual trato y así la posibilidad de continuar con los proyectos urbanísticos de crecimiento insostenible emprendidos. Entonces surgieron otros conceptos como “áreas de oportunidad”, es decir, proyectos industriales, residenciales y de todo tipo que podrían encontrar difícil encaje en un PGOU normal, ahora tenían la “oportunidad” de ser aprobados en corto plazo de tiempo y sin tantas dificultades técnicas como se les estaban poniendo antes... “oportunidades”, que suena a rebajas, a posibilidades sin esfuerzo, a ventajas...
Estas “áreas de oportunidades” salpican toda la provincia, y son consecuencia en gran medida de la presión urbanística que la Junta no ha sido capaz de resolver pues ha tenido, por incompetencia política y de gestión, paralizados muchos proyectos. Ahora aparecen estos proyectos como una “concesión” de la Junta, la misma que antes les puso tantas trabas administrativas.
Tendremos ocasión de hablar de las “áreas de oportunidad” concretas que Carmona va a decidir, pues su aprobación inicial es dentro de muy poco tiempo. Pero todas estas “oportunidades” que ahora surgen, en principio, queridos lectores, suscitan dos interrogantes: ¿Cómo es posible que un simple informe de carreteras, previo a la autorización del PGOU de Carmona, tardó tres años y tres meses en resolverse (uno de los motivos por los que el PGOU de Carmona estuvo “paralizado”), y la construcción de mil viviendas, de prisa y corriendo, pueden solventarse en un par de semanas? La pregunta surge desde el planteamiento mil veces repetido de la arbitrariedad e incompetencia de la Junta de Andalucía. La otra cuestión: ¿sobre qué modelo de ciudad se sustenta esas mil viviendas “concedidas” ahora sin tener en cuenta el PGOU?. Lo iremos viendo
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