¿Hay razones para una moción de censura?



¿Hay razones para una moción de censura?

Llevamos una semanita, esta última, en la que muchos carmonenses están inmersos en un debate que puede ser trascendente para la Ciudad, o quedar simplemente en agua de borrajas. Nos referimos al tema de la moción de censura que el PP e IU pueden llevar a cabo para cambiar el gobierno municipal. Hablamos, pues, de un escenario político local, con nuevo alcalde y nuevos concejales que lleven las riendas de la gestión en el Ayuntamiento.

En principio, por el llamado libre juego democrático, es decir, por las normas que nuestra Constitución y las leyes existentes contemplan, nada hay que objetar. Se trata del ejercicio de unas competencias y de unos derechos que tienen los concejales, en el pleno municipal, para elegir al alcalde y éste, posteriormente, para formar gobierno.

Pero, dicho esto, la cuestión que se plantea no es sólo cuantitativa, de número de concejales que votan esto o lo otro. Es, cualitativamente hablando, algo que lógicamente necesita de una argumentación clara y evidente. De lo contrario, la ciudadanía puede sentirse muy defraudada, pues la acción política requiere una ética en sus propuestas para ser convincente; no sería de recibo un vuelco político de esta magnitud sin razones realmente patentes. Entonces, la pregunta es. ¿Hay razones para una moción de censura en Carmona?

Entre todas las razones que podrían darse, en estos doscientos días de gobierno, hay una que ha saltado a la opinión pública con bastante fuerza: “El alcalde ha mentido”, y lo ha hecho públicamente, con premeditación, a sabiendas de que lo iba a hacer, y sin el más mínimo pudor. Hablamos del famoso “contrato de la vergüenza” que, después de haber sido aprobado y firmado por Antonio Cano, es “corregido y alterado” para eliminar un párrafo en el que se establecía que su trabajo como vicepresidente en el Huesna requería semanalmente una dedicación horaria de treinta y siete horas y media por las mañanas... Un trabajo que supone una serie de obligaciones y responsabilidades para atender la gestión y las actividades de este Consorcio, que, hoy, para más complicación, ha absorbido a la propia empresa privada que antes gestionaba el servicio. O sea, más tareas aún que antes. Ahora, Antonio Cano puede presumir que los cerca de 60.000 euros de retribución que percibirá no requieren esa dedicación horaria para llevar a cabo sus cometidos. ¿Cuál de los dos contratos es menos ético, el primero o el segundo?

No vamos aquí a pronunciarnos de una manera definitiva sobre la conveniencia o no de una moción de censura. Todo el mundo sabe que durante ocho años PP e IU gobernaron juntos y los frutos de esa gestión fueron muy positivos y están ahí. Todo el mundo sabe que Antonio Cano expresó públicamente, puede leerse en el Periódico de Carmona del 26 de Abril de 2007, una contundente crítica al anterior alcalde por la dedicación política que tuvo como diputado provincial lo que, según decía, perjudicaba a la Ciudad. Ahora resulta que si la dedicación le compromete a él con un Consorcio y empresa que abastecen de agua a trece municipios, eso ya es otra cosa. ¿Es ético decir hoy una cosa para sacar votos y mañana, sin pudor, una vez obtenidos los votos, hacer lo contrario? Martín Recio, en sus doce años de alcalde, nunca optó por la dedicación exclusiva a la alcaldía, siempre mantuvo una dedicación parcial a su profesión de médico y a sus tareas políticas en otros ámbitos; ni lo ocultó ni prometió otra cosa, sencillamente tenía otra concepción, tan respetable como las demás, sobre la dedicación a la política.

La moción de censura, si se plantea, ha de ser expuesta sobre un argumento de defensa de la ética en la práctica política. La mentira consentida puede ser el precedente más perverso que contamine todas las relaciones políticas. “Total, todos mienten, diremos” y al final, así está ocurriendo en tantos sitios, nadie se creerá nada. La credibilidad puede perderse porque se miente o porque mienten sobre nosotros. Cuando nosotros somos los autores de la mentira, la opinión ciudadana debe actuar en consecuencia. Cuando somos nosotros las víctimas de la mentira, es la propia realidad la que, con tiempo -a veces, demasiado tiempo-, pone las cosas en su sitio. Y en Carmona todavía queda mucho que ver y conocer para que las cosas estén en su sitio.

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